Cereales antiguos, para paladares refinados

Aunque los cereales se consumen diariamente en todas las casas en forma de pan, pasta, galletas, productos de panadería, etc. Pero muy pocos los conocen realmente. Hay quienes piensan que hacen mal, quienes consideran los cereales integrales un producto de nicho, para pobres desafortunados a dieta o con problemas de estreñimiento.

Aclaremos. Es bien sabido que comer asiduamente cereales y harinas refinadas, cuyas carióxidas han sido privadas del salvado externo, puede representar un peligro para nuestra salud, porque la falta total de fibra hace que los almidones sean fácilmente asimilables y por lo tanto la glucemia aumenta rápidamente.

En cambio, los cereales integrales representan un mundo rico en fibra, proteínas, micronutrientes como antioxidantes, vitaminas y lignanos ... más que para los pobres desafortunados!

Los cereales y las harinas integrales, que nosotros de Sottolestelle® utilizamos en la mayor parte de nuestros productos y en la maravillosa línea Integral, tienen la gran ventaja de mantener intactos los nutrientes presentes ya sea en el germen, "el alma" de los granos, fuente de sales minerales, aminoácidos y vitaminas, tanto en el salvado, la parte más externa que contiene las fibras.
Estas últimas contribuyen también a aumentar el estímulo de la saciedad y desarrollan también una actividad prebiótica: es decir, estimulan de manera selectiva el crecimiento y la actividad de bacterias "buenas" en nuestro intestino.

Los cereales y las harinas Sottolestelle también se eligen entre los centenares de variedades biológicas, principalmente locales, incluyendo la espelta, cebada, trigo duro Senatore Cappelli, trigo Khorasan KAMUT®, trigo Sarraceno y otros granos antiguos; variedades del pasado auténticas y originales, que no han sido modificadas por el hombre para aumentar su rendimiento. Es por eso que son ricos en sabores casi en desuso y en valores nutricionales extraordinarios.

La excelencia de los productos Sottolestelle va, pues, más allá del placer del paladar y se extiende al respeto de las tradiciones, del ambiente y de las personas, valores capaces de hacer seguramente más sabrosas todas las comidas.